Eliana y El Demonio

Eliana y el Demonio, es una historia de terror que nos acaban de enviar, un relato enviado por la protagonista y que compartimos en nuestra pagina y redes sociales. Agradeciendo siempre a las personas que confian en nosotros para compartir sus experiencias en Videos de Terror.

Eliana y El Demonio

En la actualidad el sentimiento de culpa me carcome por dentro y si bien los años han ayudado para aminorar el dolor; el recuerdo sigue muy adentro de mi ser, creo que es algo que nunca se ira y por consecuente por lo que reste de vida tendré que aprender a vivir con ello.

Me pueden llamar Eliana y mi relato se ubica a finales del año 2005. Por entonces era una joven en plena adolescencia, había cumplido los 18 años recientemente y cursaba el último año de secundaria en el colegio Arturo Illians.

Por entonces me hallaba emocionada por lo que me deparaba el futuro. Supongo que todos mis compañeros tenían el mismo ímpetu, el deseo de crecer, de convertirse en adultos, de buscar y concretar los sueños que anhelaban en lo mas profundo de su fuero íntimo.

Maribel era una de mis compañeras y mi mejor amiga, congeniamos desde el primer año de secundaria y tras los años de colegio se transformó en una suerte de hermana postiza. Eliana y Maribel siempre juntas de un lado para otro, solían decir.

Se hizo común ir a su casa o que mi amiga viniera a la mía, y es, en una de sus visitas que mi primo Gastón la conoció. El primo quedo encantado por su simpatía y carisma y no tardó mucho en pedir que la ayudara sentimentalmente con mi allegada. No viene al caso detallar el periplo amoroso que hizo Gastón para obtener una respuesta positiva de Maribel, pero, después de varios meses de insistencia los dos se convirtieron en pareja.

El curso era muy unido, muy compinches, y saber que era nuestro último año juntos nos daba un sabor agridulce. Los meses fueron avanzando en medio de la emoción y de la tristeza del ultimo año juntos, y fue así que arribo septiembre y con ello la fiesta del día de los estudiantes. El curso decidió unánimemente que iríamos a pasar nuestro día especial en el camping de Campo Quijano, el lugar era hermoso, pileta, canchas, y con lo primordial de no estar tan lejos de capital, a lo sumo era unos 30 minutos en colectivo desde la urbe central.

Ese día fuimos todos, incluso aquellos varones y mujeres que no solían participar en las juntadas estaban allí dando el presente. Gastón de buena gana se acoplo al viaje para acompañar a su novia. Llegamos muy de mañana, velozmente armamos las cosas y ya al mediodía los varones hacían el asado. El resto de la jornada fue normal; risas, algunos momentos nostálgicos al recordar años pasados. Caída la tarde, un pequeño grupo de compañeros movidos por el espíritu de aventura decidimos acampar a la intemperie sobre la ribera del río Blanco. En dicho grupo nos incluimos, Gastón, Maribel y yo.

Antes de partir los varones compraron; vino, gaseosas, cigarros, pan y fiambre para cuando haya hambre. El contingente se conformaba por diez personas (salvo por mi primo, todos éramos compañeros), avanzamos por un camino de tierra que desemboca en un puente, este era el punto de referencia para dar con el afluente de agua.

El terreno tan escarpado nos hizo imposible descender a la ribera, así que optamos por continuar ladeando por el monte hasta poder encontrar un camino para bajar al río.
Caminos por media hora atravesando los matorrales del monte hasta dar en un claro donde había una casita hermosa, tenía un jardincito con césped muy cuidado.

Uno de los muchachos se acercó y tocó la puerta para solicitar referencias de la zona. A los segundos nos atendió una abuelita, la mujer nos escuchó atentamente pero al oír que íbamos a pasar la noche en el lugar, cambio su personalidad.

Muy enojada, casi gritando dijo;

-No hagan eso, es peligroso, vuelvan al camping con los demás, no es bueno que anden por acá, ya está por caer la noche. Acto seguido dio media vuelta y cerró la puerta de un golpazo, tanto a Maribel como a mí nos pareció extraña la actitud de la señora.

Soy muy miedosa y no tarde en pedirle a Gastón que volviéramos al camping, eran las 19 si nos apurábamos podíamos dar marcha atrás con las ultimas luces del día. No obstante, los demás dieron poca importancia al asunto, suponían que la anciana solo nos quería asustar. Hicimos otro trecho a pie por alrededor de diez minutos y llegamos a la rivera, sin perder tiempo comenzamos con las labores, levantamos dos carpa e hicimos una fogata en medio de ellas, los varones se pusieron a tomar y a jugar al truco

El primo fue el primero en recostarse, aduciendo estar cansado se despidió de todos y se introdujo en la carpa. El ambiente ameno con un paisaje tan hermoso y el espectáculo de las luciérnagas disolvieron las preocupaciones que horas atrás me carcomían el pensamiento. Sin embargo algo me extrañaba mucho, y esto era que cada tanto oía un silbido a lo lejos. Para evitar molestar a los demás con mis recelos infundados le reste cuidado y se lo atribuí a los ruidos del monte.

Así fueron pasando las horas, cenamos lo que trajimos y ya nos íbamos acomodando para dormir con el fin de recobrar fuerzas para el regreso de la mañana entrante. Pasaron unos minutos de pura calma y pude escuchar otra vez el silbido, en esta ocasión el sonido era más agudo y parecía ir acercándose más y más. Los varones no tardaron en salir de las carpas, por lo visto no era la única impresionada de aquel ruido. Gastón fue levantado por Maribel y al percatarse del silbido nos reunió a todos y exclamo;

-Ni se les ocurra contestar, mi papá es gendarme y por mucho tiempo trabajo en el monte, me aconsejo que al pasar estas cosas lo mejor es agachar la cabeza y rezar.

-Tu papá no sabe nada, esas cosas no existen, son puras tonteras, te aseguro que debe ser alguien bajando del cerro porque se le perdió algún animal. Replico Diego quien era uno de los mas molestos del curso, los varones ya estaban tomados y poco hicieron para seguir el consejo de mi primo.

Mi cuerpo fue invadido por una sensación perturbadora de estar siendo vigilada por algo o alguien desde las sombras, nuevamente se escuchó el silbido a lo lejos y Diego no tuvo mejor idea que responder de igual forma. No paso más de un minuto que un zumbido muy agudo invadió el campamento, era tanto el dolor de oídos que rompí en llanto. Arrodillada en el suelo tapaba mis orejas con las palmas de mis manos.

Los árboles se comenzaron a sacudir de un lado a otro sin que haya viento, y asustada observaba como nos arrojaban piedras desde los pastizales situados a nuestro alrededor. Diego cansado y fastidiado grito;

-¡Da la cara!, deja de hacerte el vivo, ven a pelear si sos hombre.

Dicho esto varias lechuzas pasaron volando por arriba de nosotros y alguien con la voz cavernosa, grotesca y gutural grito;

-¡Ahí voy!

Por la desesperación con Maribel éramos un mar de lágrimas, Gastón hacia un esfuerzo en vano para calmarnos. <<Tranquilas, capaz no es nada, pero por las dudas estén listas por si tenemos que salir corriendo>>, dijo mientras mirada nervioso a la oscuridad. La lluvia de piedras ceso y vemos emerger a un hombre enorme desde la copa de un árbol, el tipo llevaba un traje negro de gaucho, con la rastra llena de adornos de plata y un sombrero de ala ancha, olía a vino y a excremento. Casi me desmayo al observar que sus ojos denotaban un color amarillo.

En un acto de valor Diego se le fue encima, no obstante, no pudo hacer mucho. El hombre lo agarró del cuello y lo levanta con una sola mano. Basto un simple movimiento para arrojar a mi compañero contra el suelo, su cabeza dio pesadamente contra una roca. Inmediatamente Maribel que hasta entonces solo lloraba comenzó a gritar exasperada;

-Es el demonio, es el diablo.

Un ataque de nervios logro inmovilizarme por unos segundos y les juro que es verdad lo que voy a describir a continuación; el sujeto saltaba en círculos alrededor de mi amigo y con cada brinco que daba y, gracias a la vislumbre de la fogata, pude apreciar que debajo del pantalón del hombre parecían ser no las piernas de una persona normal sino las pezuñas de una bestia.

Tras dar varias vuelta sobre el cuerpo desecho de mi amigo, esa <<cosa>> tomo de la pierna a Diego y lo comenzó arrastrar hacia el río, en las aguas se formó un remolino con mucha correntada. Desesperada comencé a gritar a los demás para que reaccionaran.

Al lado de mi primo fueron tres varones más para auxiliar a Diego, sin embargo, no podían hacer nada; puños, patadas, se intentó de todo pero no le afectaba en nada a ese ser. Exasperados se arrojan encima de Diego para evitar que se lo lleven, sin embargo el hombre de igual forma los arrastraba a todos sin inmutarse en lo más mínimo.

Maribel se puso a llorar desconsolada mientras rezaba arrodillada sujetando un rosario en sus manos, pedía tartamudeando a la Virgen que nos ayudara, Gastón hizo lo mismo, y nos gritó a todos que rezáramos. El hombre dio un alarido de odio e inmediatamente suelta la pierna de mi compañero, y como si fuera una araña sube velozmente a la copa de un árbol. Desde allí comenzó a vociferar insultos hacia nosotros.

Con mucho temor nos acercamos hasta el lugar donde estaba Diego y caímos en cuenta, con mucha angustia, que mi amigo perdía mucha sangre de la cabeza. Los varones lo cargaron como pudieron e iniciamos el camino de regreso, buscábamos desesperados y por más que hicimos el mismo trayecto no pudimos encontrar la casa de la señora que habíamos hallado en la tarde. Fueron varias horas deambulando por el monte y ni sé cómo fue que logramos llegar al camping.

El caos y la histeria por parte de las demás compañeros al vernos arribar tan mal trechos es indescriptible. Llamamos a una ambulancia y Diego por la magnitud de sus heridas fue derivado de urgencia al Hospital San Bernardo. La policía nos detuvo a los que habíamos ido acampar y se nos abrió una causa por <<homicidio en riña>>.

Algunos nos creían y otros no, la familia de Diego y las nuestras estaban destrozadas nadie sabía que pensar sobre nosotros. Nos dan la libertad semanas después, gracias a Diego, mi amigo pudo despertar del coma y contar a la policía y a sus familiares lo que habíamos vivido. Lamentablemente aun con su breve mejoría a los pocos días falleció, había sufrido <<fractura de cráneo deprimida>> por el golpe propinado

Diego momentos antes de morir relato que por las noches un hombre se paraba en su habitación y le decía; <<falta poco para que vengas conmigo>>. La policía caratulo su deceso como <<muerte dudosa>> y por ello nadie termino en la cárcel. No obstante, nada fue igual a partir de lo vivido, Gastón entro en una depresión horrible por culpa de aquel incidente y no tardó mucho en dar terminada su relación con Maribel.

Los que estuvimos involucrados en el incidente, comenzamos a padecer pesadillas relacionadas con aquel hombre, y en cada una de las casas de los distintos protagonistas se hicieron eco diversos hechos sobrenaturales, ruidos, sombras, llantos, risas, etc.

Los padres de mi primo y los míos preocupados nos llevaron con un sacerdote de apellido Campero. Él nos comenzó a visitar y nos hacía comulgar y rezar diariamente hasta que pudimos salir a flote. Por mucho tiempo me recluí, me sentía culpable por la muerte de mi amigo, tengo el cargo de conciencia hasta ahora, y me sigo reprochando que de haber escuchado la advertencia de esa mujer y que de insistir un poco más para regresar en esa tarde, capaz que Diego todavía seguirá con nosotros….

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