Primera película de la directora Caitlin Cronenberg, hija de David. En un futuro distópico es necesario tomar medidas para reducir la población.
Por Nicolás Bianchi
Humane tiene varios aspectos rescatables. En primer lugar, con unos pocos elementos consigue plantear un mundo distópico que se encuentra en un momento posterior a un colapso ambiental. No hay agua ni alimentos suficientes, la luz del sol es muy perjudicial para la salud y, fundamental, el gobierno ha lanzado un plan para reducir la población. Este entorno es construido por la película con unos pocos elementos que funcionan bien.
El segundo paso involucra a los personajes. En este contexto, Charles York (Peter Gallagher) convoca una reunión familiar porque tiene un anuncio importante para hacer. Sus cuatro hijos escuchan atónitos que su padre y su pareja Dawn (Uni Park) han decidido “enlistarse”. Esto quiere decir que están a disposición del gobierno para practicar la eutanasia y contribuir con la solución al exceso de población (o la falta de recursos).
A su vez, los hijos presentan distintas personalidades e historias. En total son 4. Jared (Jay Baruchel) es adoptado y tiene un trasfondo de adicciones que, al parecer, ahora está bajo control. Ashley (Alanna Bale) es la más apegada a Jared y, al mismo tiempo, la más insegura de los cuatro. Es el personaje que duda todo el tiempo sobre lo que hay que hacer. Rachel (Emily Hampshire), por el contrario, es madre y profesional, segura de sí misma y algo autoritaria. Por último, Noah (Sebastián Chacón) es el más odioso. Este antropólogo devenido en funcionario público defiende al gobierno que busca exterminar a una parte de la población.
Todo se complica cuando llega Bob (Enrico Colantoni), empleado de la empresa encargada de practicar las eutanasias. Por supuesto, la gesta patriótica que propone el gobierno al enlistarse en el grupo de descartables tiene varias fisuras y no es lo que parece. En este punto, la película se transforma en una historia de varios personajes encerrados en una casa. Hay que tomar una decisión drástica y eso pone sobre la mesa todo tipo de tensiones y miserias.
La consigna, para una película de este tipo, es atractiva. El contexto de ciencia ficción está logrado con unos pocos elementos y sin efectos especiales. Ahora bien, lo que falla en todo esto es el tono. La película no es de terror, no es un drama y tampoco termina siendo una comedia. Sobre todo, el problema está en el personaje de Bob, el villano. Es demasiado ridículo para ser tomado en serio. De hecho, este personaje parece pertenecer a una película y los demás, a otra. A su vez, este desajuste provoca que no sea tan importante quién vive y quién muere (en definitiva eso es lo que hay que resolver).
Mientras tanto, hay algo de body horror. El apellido de la directora lo demanda. Pero más allá de algunos detalles y un planteo interesante, falta una vuelta de tuerca más. Lo que cuenta la historia incluso resulta pertinente para el contexto político actual, en el que proliferan extremistas en distintos continentes. Pero esa falta de definición sobre el sentido o el humor de lo que se cuenta provoca que todo falle un poco. Cronenberg seguramente cuente con apoyo para intentarlo de nuevo.
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