Toma algunas cuestiones actuales y las potencia para presentar una situación extrema con respecto a un par de mujeres jóvenes interesadas en el caso de un asesino serial. Película canadiense de Pascal Plante.
Por Nicolás Bianchi
El snuff es un mito urbano alimentado por el cine. Tesis (1996) y 8MM (1999) son dos de las películas que utilizan esta leyenda para contar un relato de suspenso. Les chambres rouges, con algunos puntos de contacto con estas obras, va por otro lado. No trata sobre las víctimas o victimarios de esta práctica, sino más bien sobre sus consumidores. Cabe destacar que Plante lleva todo a un extremo pretendidamente incómodo.
La película comienza contando un juicio. El acusado Ludovic (Maxwell McCabe-Lokos) enfrenta acusaciones aberrantes. Este hombre, supuestamente, secuestró, torturó y vejó a tres adolescentes con el fin de filmar todos estos procedimientos y vender el contenido a través de la cara oscura de internet, la dark o deep web. Los abogados dicen que cuentan con los vídeos que permiten identificar a este hombre.
En este punto cabe señalar algo. La película cuenta todos estos sucesos de distintas maneras. Pero no los muestra. Cuando termina la primera jornada en la que tanto la acusación como la defensa presentan sus argumentos, el film se va con Kelly Anne (Juliette Gariépy). Esta joven estaba presenciando la audiencia en el sector del público y es entrevistada por un periodista a la salida del tribunal. Pero apenas logra balbucear algo. Por curiosidad, contesta cuando la interrogan sobre los motivos de su presencia en este juicio.
Este, justamente, parece ser el tema de la película. Hasta dónde llega la curiosidad de Kelly Anne y qué está dispuesta a hacer para satisfacerla. Rápidamente, esta joven, que además es modelo y gana dinero jugando al póker online, entabla una relación de amistad con Francine (Elisabeth Locas), quien también asiste al juicio en calidad de espectadora. A diferencia de Kelly Anne, Francine expresa abiertamente su posición: ella cree que Ludovic, a pesar de todas las pruebas en contra de él, es inocente.
Esto resulta interesante, ya que ambas parecen estar fascinadas por la misma situación pero desde un punto de vista distinto. Francine cree que se está cometiendo una injusticia. Kelly Anne, que luce bastante más inteligente, no expresa, en prinicipio, cuál es su parecer. En buena medida, esto es lo que debe resolver la trama.
En definitiva, Les chambres rouges deja al juicio en un segundo plano para seguir a este personaje que durante casi todo el film resulta sumamente parco e intrigante. La película es sumamente tensa e incómoda. Estas sensaciones están bien logradas. Pascal evita el riesgo de desbarrancar y resuelve bien las intrigas que plantea esta historia extrema. El tercer acto cuenta con impacto y, a la vez, resulta equilibrado. Sin ser una película de terror es una propuesta interesante para los amantes de este género.
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