Se trata de una comedia negra con algo de ciencia ficción y thriller. Un grupo de jóvenes juega con un dispositivo que les permite intercambiar cuerpos.
Por Nicolás Bianchi
La primera película como director de Greg Jardin busca el entretenimiento a partir de una mirada ácida sobre un grupo de jóvenes de alrededor de 30 años. Ahora bien, aquí hay un primer problema. No está del todo claro cuál es la edad de los personajes. De todos modos, se puede adivinar a partir de algunos indicios. Hace un tiempo terminaron la universidad y uno de ellos se está por casar, por eso la reunión.
La película comienza con una sugestiva escena entre la pareja que forman Shelby (Brittany O´Grady) y Cyrus (James Morosini). El varón está en la cama mirando pornografía en una laptop y masturbándose. Shelby lo interrumpe y le propone aprovechar el momento. Pero para ello se pone una peluca. Ambos están explorando formas de revivir una pasión que parece muerta. Como es de esperar, el intento de encender la relación fracasa.
Todo esto cobra otro significado cuando Reuben (Devon Terrell) los invita a su mansión a compartir una noche con otros amigos. En total son 8 personajes. El motivo es que Reuben se está por casar y este grupo compartió algún momento de la vida (quizás la secundaria o la universidad, no queda claro pero tampoco importa, son amigos del pasado que se reencuentran).
Uno de los personajes más importantes es Forbes (David Thompson), una especie de genio maldito o problemático que siempre tuvo problemas de conducta, pero que ahora trabaja para una importante compañía de tecnología. Forbes trae consigo un dispositivo que permite intercambiar cuerpos. En este grupo, formado por 4 varones y 4 mujeres, también destaca Nikki (Alicia Debnam-Carey), una influencer de causas que no le interesan mucho porque, en verdad, lo que vende es su sex appeal. Casi como opuesto a ella se presenta Maya (Nina Bloomgarden), una joven que ha encontrado un nuevo camino espiritual después de un viaje a la India.
Entonces, los personajes comienzan a probar la máquina y las cosas se empiezan a complicar. Por ejemplo, esto les permite tener sexo con el cuerpo de otro, lo que da lugar a una serie de juegos y complicaciones que remiten a la primera escena de la película. Cuando todavía no había terminado de explotar esta veta narrativa, el film produce un giro, y después otro y otro más. El arranque prometedor se disuelve.
En definitiva, Lo que hay dentro o It´s what´s inside tiene una buena idea que funciona como disparador de una serie de situaciones que sirven para mirar de manera crítica a un grupo de personajes que pertenecen a una generación marcada por las redes sociales, el individualismo y la fragilidad emocional, entre otras cosas. Pero esto se difumina. Hay momentos en que no se entiende quién es quién (o sea quién está en el cuerpo de quién) y, lo que es peor, tampoco importa. Si bien ofrece algunos momentos tensos y divertidos, se trata de un film que, en principio, luce más prometedor de lo que es.
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