Este film de terror de Osgood Perkins tiene luces y sombras, aciertos y errores. Su calidad visual es innegable. Los huecos en la narración también.
Por Nicolás Bianchi
Longlegs es una película que generó expectativas primero y controversias después. En principio, esta producción de Neon se vendió como una propuesta distinta, memorable y rupturista. Una vez estrenada, hay quienes la consideran como una obra maestra y también quienes la descartan por completo. En este portal consideramos que la verdad está en un punto medio. Ni tanto ni tan poco.
El film presenta la historia de una detective, Harker (Maika Monroe), que investiga un caso complejo de un asesino serial, Longlegs (Nicolas Cage). Las particularidades de este criminal son varias. En primer lugar, sus homicidios se extienden durante un largo período de tiempo (varias décadas). Además, no es él quien comete los asesinatos por mano propia. Más bien, lo que hace es incitar.
Además, entre estos dos personajes hay una suerte de conexión espiritual o sobrenatural. Este elemento es quizás uno de los puntos flojos de la película. Por momentos, la dinámica recuerda a la de The silence of the lambs (1991). De hecho, el personaje de Harker es similar al que ha interpretado Jodie Foster: una mujer joven e inexperta que debe lidiar con un monstruo en un mundo que para ella es completamente hostil.
A propósito de esto último, el rol del villano es distinto. No hay nada del Hannibal Lecter de Anthony Hopkins en el Longlegs de Cage. En este caso, el asesino es una suerte de producto bizarro llevado al extremo. Es como una cruza entre un personaje de John Waters y Stephen King, más el histrionismo de Cage. El resultado es singular e inquietante. Pero la pareja de detective y asesino no funciona tan bien como en El silencio de los inocentes.
En cuanto a sus virtudes, Longlegs despliega una propuesta estética que es sumamente atractiva. La música, realizada por Zilgi, hermano del director, cuaja a la perfección. Cada una de las decisiones vinculadas con la fotografía, la construcción de la época (principios de los noventa) y el color son acertadas. En este sentido, se trata de una película que admite más de un visionado. Hay elementos sugeridos que aparecen en segundo plano o en los fondos que contribuyen a la construcción del terror. Por ejemplo, el film presenta espacios vacíos que parecen ocupados por una presencia siniestra, o habitaciones llenas de objetos que lucen como guaridas infernales.
Por otro lado, Longlegs no se caracteriza por narrar de forma tensa. Está, sin dudas, dentro de una corriente actual, que de manera algo superficial, se puede llamar como terror elevado o arty (otra muestra bien distinta de esto es In a violent nature). En estas películas la calidad visual y narrativa es un factor que destaca. Ahora bien, en este caso el objeto es tan precioso, está tan bien filmado y adornado, y la presentación es tan excelsa que el terror queda en un segundo plano. En otras palabras, es una película que puede resultar fascinante pero no terrorífica.
En definitiva, hay un sinfín de méritos que hacen de Longlegs un producto de alta calidad. Pero, en nuestra opinión, no es una obra maestra del terror. No tiene por qué serlo. En cualquier caso, están más equivocados aquellos que ven aquí un film fallido que aquellos que la consideran como una joya.
Se estrenó en cines. Está online. Contacto: [email protected]