La película presenta un gran despliegue visual para homenajear a los años 80. Es, sobre todo, un ejercicio de forma. Producida por A24.
Por Nicolás Bianchi
Todo lo que Ti West muestra en Maxine se ve increíblemente bien. Desde el vestuario de los personajes hasta las latitas de Coca Cola. Corren los años 80 en Hollywood, Los Ángeles, y Maxine Minx (Mia Goth) es una actriz porno que busca dar un salto. A sus 33 años su principal anhelo es ingresar a la industria del cine convencional. Por este motivo, la película comienza con un casting.
Se trata de la última etapa del personaje que había sido presentado en X (2022). De hecho, su pasado sangriento la amenaza. La trilogía se completa con la precuela Pearl (2022), que a su vez desarrolla a la “mentora” de Maxine. Más allá de todo esto, el punto de partida en este caso es un personaje que ha triunfado en el porno, pero no se conforma. Maxine también trabaja en esos reductos en los que hombres pagan por ver a mujeres bailar y desvestirse detrás de una ventana espejada.
Otro elemento que introduce rápidamente la película es el contexto. Son los años de Ronald Reagan y el avance conservador. Maxine y todos sus compañeros de trabajo conviven con manifestantes intensos que están en contra de la pornografía y las películas de terror. Además, un misterioso asesino serial asola las noches angelinas. Este hombre practica rituales satanistas con sus víctimas que siempre terminan indefectiblemente muertas.
Para sobrecargar aún más de sentido todo, el casting al que se presenta Maxine es para interpretar a la protagonista de La Puritana II, la continuación de un éxito de taquilla. Lo que sabemos, por lo que cuenta la película, es que La Puritana, interpretada por Molly (Lily Collins), termina en la hoguera. Todo conecta con todo en este pequeño mundo creado por Ti West.
Otro elemento central de la película es la música. Prácticamente no para nunca. Hay una combinación de hits de la época, muchos de ellos olvidados, con sampleos y pistas que remiten a una estética sonora que entrecruza el pop y la electrónica. En cuanto a las referencias cinematográficas, el género que se referencia es el terror de los 80. O sea, slashers con efectos especiales no digitales.
Lo más flojo de Maxxxine es todo lo que se encuentra por fuera de su propuesta estética. Principalmente, la trama. De todas maneras, desde muy temprano en la película queda claro que esto es lo menos importante. Por un lado, la protagonista está logrando los objetivos de su carrera, ya que es contratada para la película dirigida por Elizabeth (Elizabeth Debicki) pero empieza a ser acosada, por los eventos de su pasado, por un detective (Kevin Bacon) que trabaja para un hombre millonario y misterioso.
Mientras tanto, dos policías (Michelle Monaghan y Bobby Cannavale) intentan avanzar en la investigación del asesino serial que, por la elección de las víctimas, está de alguna manera conectado con Maxine. Toda esta trama luce más bien como una excusa para el despliegue visual que propone la película.
Se trata de un film que se asemeja, por momentos, a un videoclip de estilo retro. Es, en verdad, un collage de escenas muy bien filmadas con un tratamiento detallista de cada pequeño elemento que aparece en pantalla. Al ser casi todo forma y muy poco contenido, la película ofrece una experiencia muy disfrutable aunque, seguramente, rápidamente caiga en el olvido.
Se estrenó en cines. Contacto: [email protected]